lunes, 6 de abril de 2015

Domingo, día de lluvia.

Arranqué la máquina infernal de combustión interna, la monté, saboreando el paseo y la brisa de las calles me chicoteaba los pantalones... bla bla.. ya todo lo que sabemos que Cortázar no ha contado; el tema es, que llegué a destino y... arrancamos la máquina infernal... ¡dejavú? tal vez, salvo, que ésta no contamina, al contrario, favorece a la cadena alimenticia, del macro y micro cosmos, cada quien sabrá donde se encuentra parado..acaso quieres ver el mundo? mira, está debajo de tus pies. 

Ya alimentadas las ganas, las gargantas y los pulmones, terminé de llorar, y se puso a llover. 

Terceros de por medio, y hasta cuartos intermedios predicen ya el muy, demasiado evidencial porvenir que aflora en el otoño lupulezco. Veinticinco ya son horas que dura y blanda jornada nos ofrecen vivenciarlas como lo hemos estipulado tiempo al tiempo, es la idea y suele lastimar, aver si todo acaba aquí...

No! el sol decidió aparecer nuevamente en el curvo horizonte terrenal, mientras la luna luego de llena, se dispone a ocultarse lenta, sordomuda.

 




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