viernes, 10 de abril de 2015

Whiplash: Los desafíos del género

Pocos géneros tensan tanto los extremos de racionalidad y pasión como el Jazz. A la precisión casi matemática que se les demanda a los músicos en las ejecuciones, se le contraponen los extremos emocionales a los que muchas veces se auto someten.

Si uno piensa la estructura de composición-ejecución del género, una larga creación colectiva de standars y una infinita recreación y variación sobre los mismos, esta forma también se nutre de oposiciones: Creación individual Vs Creación colectiva, Permanencia Vs Re-creación permanente, Forma cerrada Vs Forma abierta, Máxima estructura Vs Máxima libertad, Racional Vs Pasional y así siguiendo.

Para quienes la conozcan basta pensar la extrema vida y obra de Charlie Parker (mencionado varias veces en el film, una suerte de auto-imagen del tema de la obra) para ilustrar este punto.

De todos modos el objeto de esta entrada es dar cuenta del excelente film Whiplash de Damien Chazelle recientemente estrenada en el Festival de Sundance de este año. La misma está protagonizada por Miles Teller y J.K. Simmons quien obtuviera un Oscar como mejor actor de reparto por esta actuación.




Casualmente la estructura del film nos presenta pares polares que finalmente están indisolublemente unidos. Como en el Jazz mismo.

El título Whiplash corresponde a una obra de Hank Levy y en el film se ejecutan fragmentos de su obra. Quizá no sería irrelevante decir que comparte el origen judío con el personaje del film; la perseverancia llevada hasta los límites de la obstinación han sido siempre una característica asociada al pueblo judío, además de su estrecha vinculación con este género musical.



Damien Chazelle había realizado un corto el año anterior con la misma temática (su propio standard) y luego fue tomando cuerpo este proyecto. La selección de Miles Teller como protagonista fue la segunda opción y creo que es un acierto.La música que oímos en el film es directa y corresponde a la ejecución de real de Teller, quien desde su adolescencia tocaba efectivamente batería. 

Para este film Teller debió someterse a un aprendizaje muy similar al de su personaje, ya que es un género que no dominaba. Eso de algún modo se nota en su interpretación. 

Como ven, como una línea melódica yazzistica, la propia génesis del film termina mordiéndose la cola.

El ritmo y la fotografía de la película se solapan todo el tiempo con la música, que es obviamente una de las aristas temáticas fuertes. Si podemos superar la lectura de una suerte de fábula moral que refleje ingenuamente las maneras ultra exigentes de los conservatorios de élite (que es válida por supuesto) quizá seamos capaces de adentrarnos en el universo musical del Jazz, que obviamente el director conoce y ama.




Personalmente creo que el tema omnipresente es el género y su particular ademán elitista construido a base de sacrificio y vida border. No es inusual que a veces el film nos deje afuera, los diálogos están plagados de términos musicales y del ambiente jazzístico por ejemplo, una suerte de guiño a los iniciados que abre y clausura a la vez. Sin embargo el film no es pretencioso ni mucho menos inaccesible, desea un espectador entrenado pero eso no impide percibir la enorme pasión de todos los participantes del proyecto alrededor de un género que encierra en sí mismo la brutal contradicción de convocar y expulsar a la vez. No es extraño que el público o las relaciones personales por fuera de la música estén pintadas a grandes trazos y su desarrollo sea mínimo, no obstante, eso no debilita la trama sino por el contrario la fortalece.


En síntesis una pequeña obra maestra del cine independiente que definitivamente vale la pena ver.

1 comentario:

  1. Como una canción, empieza bien y termina linda, lo que pasa en el medio no importa.

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