Pocos géneros tensan tanto
los extremos de racionalidad y pasión como el Jazz. A la precisión casi
matemática que se les demanda a los músicos en las ejecuciones, se le
contraponen los extremos emocionales a los que muchas veces se auto someten.
Si uno piensa la estructura
de composición-ejecución del género, una larga creación colectiva de standars
y una infinita recreación y variación sobre los mismos, esta forma también se
nutre de oposiciones: Creación individual Vs Creación colectiva, Permanencia Vs
Re-creación permanente, Forma cerrada Vs Forma abierta, Máxima estructura Vs
Máxima libertad, Racional Vs Pasional y así siguiendo.
Para quienes la conozcan basta
pensar la extrema vida y obra de Charlie Parker (mencionado varias veces en el
film, una suerte de auto-imagen del tema de la obra) para ilustrar este punto.
De todos modos el objeto de
esta entrada es dar cuenta del excelente film Whiplash de Damien Chazelle recientemente
estrenada en el Festival de Sundance de este año. La misma está protagonizada
por Miles Teller y J.K. Simmons quien obtuviera un Oscar como mejor actor de reparto por esta actuación.
Casualmente la estructura del film nos presenta pares polares que
finalmente están indisolublemente unidos. Como en el Jazz mismo.
El título Whiplash corresponde a una obra de Hank Levy
y en el film se ejecutan fragmentos de su obra. Quizá no sería irrelevante
decir que comparte el origen judío con el personaje del film; la perseverancia
llevada hasta los límites de la obstinación han sido siempre una característica
asociada al pueblo judío, además de su estrecha vinculación con este género
musical.
Damien Chazelle había realizado un corto el año anterior con la misma
temática (su propio standard) y luego fue tomando cuerpo este proyecto. La
selección de Miles Teller como protagonista fue la segunda opción y creo que es un
acierto.La música que oímos en el film es directa y corresponde a la ejecución
de real de Teller, quien desde su adolescencia tocaba efectivamente batería.
Para
este film Teller debió someterse a un aprendizaje muy similar al de su
personaje, ya que es un género que no dominaba. Eso de algún modo se nota en su
interpretación.
Como ven, como una línea melódica yazzistica, la propia génesis
del film termina mordiéndose la cola.
El ritmo y la fotografía de la película se solapan todo el tiempo con la
música, que es obviamente una de las aristas temáticas fuertes. Si podemos
superar la lectura de una suerte de fábula moral que refleje ingenuamente las
maneras ultra exigentes de los conservatorios de élite (que es válida por
supuesto) quizá seamos capaces de adentrarnos en el universo musical del Jazz,
que obviamente el director conoce y ama.
Personalmente creo que el tema omnipresente es el género y su particular
ademán elitista construido a base de sacrificio y vida border. No es inusual que a veces el film nos deje afuera, los diálogos están plagados de
términos musicales y del ambiente jazzístico por ejemplo, una suerte de guiño a los iniciados que abre y clausura a la vez. Sin embargo el film no es pretencioso ni mucho menos
inaccesible, desea un espectador entrenado pero eso no impide percibir la
enorme pasión de todos los participantes del proyecto alrededor de un género
que encierra en sí mismo la brutal contradicción de convocar y expulsar a la
vez. No es extraño que el público o las relaciones personales por fuera de la
música estén pintadas a grandes trazos y su desarrollo sea mínimo, no obstante,
eso no debilita la trama sino por el contrario la fortalece.
En síntesis una pequeña obra maestra del cine independiente que
definitivamente vale la pena ver.
Como una canción, empieza bien y termina linda, lo que pasa en el medio no importa.
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